Cristo está pasando por aquí
Y cuando Él pasa
todo se transforma
la alegría viene,
la tristeza va
Más de 24 horas a bordo dejaron los cuerpos cansados y el espíritu conmovido y alegre. Los peregrinos que viajaron en el Tren Eucarístico, desde Retiro hasta Tucumán, salieron cantando de la estación. A la cabeza iba la imagen de la Virgen de San Nicolás, que los acompañó durante toda la travesía sobre los rieles.
Ayer a las 12, uno de los andenes de la estación del ferrocarril Mitre se llenó con los 280 fieles que llegaron para participar del Congreso Eucarístico desde Retiro, San Nicolás y Rosario. Comunidades de laicos, hermanas, sacerdotes y seminaristas cargaban bolsos y los infaltables termos y mates. Cada comunidad se distinguía por pañuelos de colores o por remeras, verdes y azules. La mañana estaba fría, pero a estos cristianos el alboroto de la llegada ni siquiera les permitió abrigarse.
La comunidad de San Nicolás aportó la imagen de la Virgen, que viajó en el tren muy bien custodiada por los peregrinos.
El tren fue puesto a disposición por el ministerio de Transporte de la Nación y, según contaron, el ministro Guillermo Dietrich fue a Retiro para la salida. Cada peregrino pagó su pasaje, pese a que en un primer momento la intención de los organizadores había sido que viajaran gratis. Llenaron tres vagones de primera clase, todos los camarotes y tres pullman.
Durante las horas de viaje, cada dos vagones se celebraron misas y se rezó el Rosario, explicó una de las hermanas de una congregación de San Nicolás. Los cantos de animación y los mates fueron el combustible. “La alegría del cristiano” les permitió llegar con una sonrisa.
Para Nora Carabajal, de Morón, la experiencia fue única: desde el viaje en tren hasta la llegada. “Hermoso todo, una felicidad inmensa es lo que se siente”, expresó emocionada.
A la salida de la estación se encontraban los voluntarios del Centro de Información. Ellos se acercaban a los peregrinos para entregarles folletos con el mapa de la ciudad (que fueron aportados por el Ente de Turismo) e información sobre las actividades del Congreso. María Rosa Trejo, una de las coordinadoras, contó que desde hace dos años venían preparándose para este momento.
Luego los viajeros fueron subiendo a los ómnibus de línea que debían llevarlos hasta el lugar de las acreditaciones. Faltaban lugares y sobraban peregrinos, así que viajaron amontonados.
Nadie se conocía, sin embargo todos se abrazaban como quien reconoce en el otro a su par. Los tucumanos les daban la bienvenida, les palmeaban la espalda y los aplaudían. Viajar más de 1.000 kilómetros movidos por la fe y el amor a la Eucaristía no es cosa de todos los días.
José Luis Narváez, de la ciudad de Rosario, fue uno de los cinco sacerdotes que llegaron en el tren. Reconoció que es un momento importante para rezar por la Patria. “Espero que en a Argentina se acreciente más el amor y la devoción a la Sagrada Eucaristía y que podamos recibir la bendición para crecer como Nación”, reflexionó.
El contingente de 26 cristianos de la parroquia Cristo Obrero (Morón) desplegó su bandera y se sacaban fotos con la fachada de la estación. Para muchos había sido la primera vez en tren, además de la participación en el Congreso.
Un alivio
A Gustavo Bertón las lágrimas le entrecortaban las frases. Cuando las compuertas se abrieron y los peregrinos descendieron al fin pudo respirar en paz. “Hemos tenido muchas trabas, no fue fácil conseguir esto, fue un laburo arduo... Es muy fuerte haber llegado”, dijo profundamente conmovido el coordinador del tren tucarístico.
Él pertenece a la Acción Católica desde los 15 años, pero la experiencia de este viaje le pone la piel de gallina. Casi no puede hablar de la emoción porque reconoce que el viaje fortaleció el sentido de la peregrinación. Que valió la pena el esfuerzo porque pudo ver la felicidad que invadía a los adolescentes, a las mujeres mayores, a las hermanas, a los seminaristas: la ilusión de llegar los hermanaba a todos por igual. El tren viaja de regreso el domingo a las 15 - contó Bertón- y llevará a más de 300 feligreses de vuelta a sus hogares.